Discusiones tusculanas II
Cicerón, Consejo Nacional de Fomento Educativo, 1985, 222 p. Rústica en buen estado general, con marcas y subrayados de anterior propietario, 13.2 x 21 cm #elarbollibreriadeuso
*Este libro es de segunda mano y tiene marcas de su anterior propietario.
Teniendo siempre como objetivo ser útil a su patria, Cicerón dedica los últimos años de su vida a instruir a sus conciudadanos, haciéndoles accesibles los grandes temas filosóficos. Fruto de largos años de estudio y reflexión fueron las Tusculanas, obra en que se aborda un tema vital: la felicidad tan anhelada por el hombre. Este tratado bien puede ser una muestra de cómo la reflexión sincera y concienzuda puede dar al ser humano la fortaleza necesaria para enfrentarse con entereza a todas las vicisitudes de la vida.
Son las Tusculanas valioso tesoro de sabiduría humana y exquisito modelo de prosa poética. Ironía graciosa unas veces, mordaz otras, encantadoras anécdotas, citas de poetas con que se ilustra el tema en cuestión, son algunos de los ingredientes que condimentan esta obra ciceroniana. Julio Pimentel Álvarez se propuso realizar una traducción exacta, para decir solamente lo que Cicerón dijo y en que la forma que lo dijo. Sin embargo, hizo un gran esfuerzo para que la versión no resultara oscura. Por otra parte, tanto las consideraciones que hace el prólogo como las muy abundantes notas al texto español, son un medio muy eficaz para entender a fondo este interesante dialogó de Cicerón.
Marco Tulio Cicerón pertenecía a una familia acomodada lo que le permitió desarrollar sus estudios en Roma. Sus primeros pasos se dirigieron hacia la jurisprudencia, la filosofía y la retórica, realizando un viaje por Grecia para conocer la cultura helenística. En el año 77 a.C. regresó a Roma iniciando el cursus honorum al año siguiente. Fue nombrado cuestor en Sicilia y en el año 67 obtuvo el cargo de pretor desde el que apoyó a Pompeyo. Tres año más tarde fue elegido cónsul. El Triunvirato de Pompeyo, Craso y César motivaría la decadencia de Cicerón ya que fue condenado al exilio durante un año. La muerte de César le acercó de nuevo a la política. Antonio dirigió contra él a sus sicarios, que le dieron muerte cerca de Fornia.