Desiertos intactos
Severino Salazar, Leega Literaria-Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), primera edición, 1990, 231 páginas, rústica con solapas, buen estado general, detalles en tapas y cantos. #elarbollibreriadeuso
Desiertos intactos es el quinto libro de Severino Salazar. Cada uno de ellos ha ido más hondo en la construcción novelesca de su Zacatecas natal. La hondura humana de estos relatos es la de aquel hombre que logra concentrar todos los haces luminosos provenientes del "mundo de afuera" en el seno intangible, transparente, de un carbunclo, piedra mágica que él custodia para condensar un espejo virtual de un camino de sueños, delirios y asperezas: el extraño páramo que habitamos.
Lo que aquí se llama Zacatecas, y en particular el municipio de Tepetongo, es el basamento sobre el que este pulcro novelista fija su visión del mundo.
Desiertos intactos es, por ahora, la ficción más lograda. Los personajes tienen un desarrollo mayor en sus destinos y el autor se encuentra en condiciones más amplias para glosar y comentar el sentido de los acontecimientos. La patriarcal y alegórica familia poseedora del rancho La Chavela despliega las enfermedades, anhelos y secretos cuya conjunción llamamos "vivir".
Y al fondo de todo, el ermitaño Gregorio López. Verdadera historia de cuando los desiertos y minerales zacatecanos se llamaban Nueva Galicia. Gregorio López, supuesto hijo bastardo de Felipe II, que viene al desierto a encontrarse con Dios y a ser pasto de leyendas, chismes y otras corrupciones de la Imagen. Es un corazón o un carbunclo hechizado que Salazar decidió rescatar para su propio mito. Y dejarlo ahí, intacta ilusión, para dar vida a La Chaveña.